OTOÑO - Udazkena
El
hombre lo clasifica todo, las estaciones: invierno, verano, los
meses, los segundos... No creo que la dirección del hombre sea la correcta. Los
árboles están, no existe compartimentación, no existe la dualidad del hombre,
solo continuidad.
Solos
o juntos, estando, viviendo unidos mientras se cimbrean, floreciendo y
tumbándose, cuando vencidos por el tiempo o la enfermedad se acaban, siendo.
Y
no es de una comparación dualista con el hombre esta reflexión, sino de una
observación de si misma realizada.
Qué
rumor de bosque cuando llueve en tromba, saltarán las hojas y las dejarán
deslizarse como los trineos de helechos en aquella memoria mía. Es el otoño y
bajarán cargados también de leña sobre la alfombra de hojas, olor a humus, en
los hayedos y robledales, en los bosques mixtos. Agujeros de picos carpinteros
y viejos castaños para búhos.
En
el otoño comenzamos una retirada interior. Los días se irán acortando. El
dualismo vacío-lleno se dará en las copas de los árboles.
Es
tarde, empieza a oscurecer mas temprano. Como siempre en el taller. Es una
hermosa época. Los tonos de los bosques parecen invitar a los cielos rojos que
inundan de color todo y penetran rebotando a través de los cristales. Es hora
de dejarse llevar por este espectáculo de color, los bosques también lo
contemplan.
Es
hora de aflojar el trabajo, olvidar al “homo faber” y dejarlo fluir en un hombre contemplativo
como los árboles.
Ayer
trabajé en el bosque, reconozco la tierra ácida del castañar donde anduve, que
tiene olor a tierra pura. Es uno de esos olores que mucha gente no olerá jamás
pero que yo no puedo imaginar no oler mas, olerlo es oler a bosque.
Hoy hace un viento fuerte, que mece las copas
de los árboles de aquí para allá. Pronto solo los pinos lo harán, el resto se
irá a dormir.
Es
curioso como en carros, barcos o caseríos, en el árbol reinventado hay algo de
perpetuación, del ser que disgregado vuelve a la ciudad, eso si, transformado,
transmutado.
¿
Y si en vez de ser nosotros los artífices, fuese el propio árbol el que nos
hace a nosotros para reinventarse él?
Saben
los leñadores mejor que nadie, como llora en la sabia, el árbol cortado fuera de
época, y como la agonía hace brotar a los árboles caídos un año antes.
Cuando
el tronco pierda su corteza se tendrá la certeza del cambio.
Fluir
de ideas como hojas en su viaje vertical.
No hay comentarios:
Publicar un comentario