PRIMAVERA - Udaberria
Tengo
un melocotón en la entrada del taller, todos los años espero sus flores, es
como el mensaje en la botella que viene de no se sabe donde, pero siempre
bueno. Flores blancas, hermosas flores de membrillos o las de los nísperos que
recogeré en otoño.
Ultimas
nevadas y algo de granizo al comienzo de la primavera.
Si
bien es cierto que el fuego acaba con todo también es una purificación
necesaria, nosotros los hombres la hemos hecho mito en San Juan, bailamos y
cantamos bajo el árbol que arde y transforma la noche en luz.
Es
dantesca la imagen de un bosque quemado, a decir verdad la simple presencia de
un solo árbol quemado. Como cadáver en pie alza sus arranques de ramas en un
desmochado tronco.
Calcinada
la tierra desaparecidos los insectos, acabado el verdor y sin embargo, también
es el color del bosque, no solo el idílico verde y tierra.
Fuego
y árbol también son lo mismo.
Carboncillo
de negra madera, capaz de dibujar a su vez, un gran árbol, capaz de
reinventarse.
El
carbón imaginó las paredes en la pintura rupestre, ¿Cómo es entonces un árbol?
¿Un bosque? Es verde y es negro, calcinado, es seco y es húmedo, tablón, viga y
en último extremo se imagina en la quietud a sabiendas de que el hombre lo
viajaría.
Quietud
que viene de no estar.
En
primavera es el comienzo de un nuevo ciclo aunque para el bosques es
simplemente continuidad, de eso se trata también en la transformación de la
madera, de no fragmentar.
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